miércoles, 2 de julio de 2014

Fragmentos (II). Apostar a un caballo equivocado: una personal visión sobre los sacrificios de la investigación

  En la extinta Unión Soviética los programas de investigación científica, sobre todo con visos tecnológicos y armamentísticos, alcanzaron un gran desarrollo resultado del totalizador empuje estatal y de las forzadas políticas de especialización y formación para los investigadores. Para estos últimos la realización de la tesis, a menudo, con grandes sacrificios para el interesado, se constituía en el primer hito hacia el reconocimiento profesional por parte de sus colegas pero también social  y económico pues la figura de los doctores estaba venerada en el imaginario de la sociedad amén de gozar de ventajas de sueldo, asignación de vivienda, etcétera. He podido aproximarme con exactitud a esta realidad gracias a las novelas de Alexandra Marinina, antigua funcionaria soviética y figura relevante en el género policíaco o de novela negra en Rusia. En su serie de novelas sobre una investigadora de la policía en la Rusia post-soviética se traza con verdadero verismo problemas como la degradación moral, la pobreza, el precario día a día o simplemente la vida cotidiana en Moscú. En su narrativa es recurrente la mención a doctores, su proceso de formación o a la investigación científica o tecnológica. En una de estas referencias refleja con exactitud el grado de renuncias y sacrificios que supone el compromiso con la investigación, especialmente, a la hora de realizar una tesis doctoral, fin y comienzo de una nueva etapa. En en este momento, hablando dos investigadores rusos sobre los momentos previos a su presentación de la tesis, cuando vemos el grado de sacrificio a nivel familiar o social que supone este tipo de formación así como el nivel de incertidumbre por comprobar si todo ello ha valido la pena o, como se dice en el siguiente fragmento, "de que has apostado al caballo equivocado".

Uno de los muchos memes que se pueden localizar en Internet y que humorizan sobre el tremendo esfuerzo y tiempo que conlleva la realización de una tesis. Fuente: www.memegen.es
"Porque cuanto mayor eres, más sacrificios te cuesta escribir esa maldita tesis. Cuando uno la escribe durante el posgrado, como fue tu caso, empieza a los veintitrés y acaba a los veintiséis, no pierde nada si recibe malas reseñas o incluso si su tesis no va a ninguna parte. Lo tenía todo por delante, y sigue teniéndolo igual. Pero cuando uno combina la tesis con un empleo, cuando no la escribe durante el posgrado, cuando uno tarda no tres sino diez años en prepararla, y esos diez años empiezan a los treinta y terminan a los cuarenta o incluso más tarde, a menudo tiene que decidir sobre el orden de sus prioridades. Si ha de anteponer la ciencia a la familia. Si ha de anteponerla a sus hijos. A su salud. A sus padres, que se van haciendo viejos. A cada paso tropieza con el peso del deber moral respecto a uno de los suyos o respecto a sí mismo. Y debe hacer la elección, al precio de nuevas canas, al precio de cicatrices en su conciencia. Por eso, mi querido Guennadi, cuando estás allí en medio del pasillo esperando los resultados de la votación, sólo piensas en una cosa. Estás recordando todos los sacrificios realizados en aras de tu, y perdona la expresión, jodida tesis, y te preguntas si valía la pena, si tu tesis se merece tanto sacrificio. Entonces te das cuenta de que, si los miembros del consejo vuelven a la sala, y el presidente de la comisión del cómputo anuncia que has sacado demasiadas bolas negras, resultará que todos tus sacrificios han sido en vano. Recordarás a la mujer, tal vez, la mejor de toda tu vida, a cuyo amor has renunciado. Recordarás las graves enfermedades de tus padres, y que no pudiste acompañarles entonces. Recordarás muchas cosas. Y al saber que tu tesis ha sido rechazada, te darás cuenta de que tu vida ha sido un error, de que has apostado a un caballo equivocado y como resultado lo has perdido todo, porque has hecho demasiados sacrificios"
Alexandra MARININA, Morir por morir, serie Kamenskaya, nº 4, capitulo 10.