viernes, 12 de febrero de 2016

[Nueva tesis doctoral] GONZÁLEZ FANDOS. Juan Gómez de Blas: primer editor de periódicos en la Sevilla ... 2015.

Pilar GONZÁLEZ FANDOS. Juan Gómez de Blas: primer editor de periódicos en la Sevilla del Siglo de Oro: aproximación a su vida y repertorio de su producción. 

Tesis doctoral inédita. 

Universidad de Sevilla. Facultad de Comunicación. Departamento de Periodismo I. 2015. 


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[Resumen:] Nuestra tesis ha indagado en la vida y las publicaciones de Juan Gómez de Blas, un impresor de relaciones que vive y trabaja en Sevilla. La ciudad era desde el XVI un importante centro tipográfico que albergaba impresores y libreros de todas las nacionalidades, puerta de entrada de las noticias que llegaban de América y que se transmitían a Europa mediante las relaciones, un medio informativo breve, de cuatro páginas que por lo general informaban de una o dos noticias y que por su bajo costo pudieron llegar a un amplio espectro de la población. Tan extendida estuvo en el XVII la impresión de estos folletos que los estudiosos de la historia del periodismo los consideran los periódicos de la época y de ahí que, coincidiendo con la intensa actividad informativa que desató la guerra de los Treinta Años, se feche en los primeros años de este siglo el origen del periodismo. 

Pero la información era controlada según conviniera a los gobiernos, interesados en crear y mantener la imagen del poder. Se estableció una férrea censura mediante la promulgación de leyes restrictivas que impedían la publicación de “nuevas” que estorbaran a los fines de la propaganda estatal, preocupada en dirigir y encauzar la opinión pública, ya emergente en el Barroco. Los impresores se ven obligados a seguir estas leyes so pena de severos castigos y fueron pocos aquellos que se atrevieron a transgredirlas y muchos los que asumieron la política oficial haciendo de su imprenta un órgano de colaboración con la política del Estado. Al indagar sobre la obra y la vida de Gómez de Blas hemos comprobado que se alinea en esta tendencia de informadores afectos el poder. En nuestro trabajo hemos pretendido seguir los postulados de la escuela historiográfica de los Annales, basándonos en los documentos, en las huellas de personajes anónimos que construyen la historia, en busca de una interpretación del pasado y de la comprensión de la mentalidad de una época. Este método nos ha mostrado a un hombre cuidadoso en la elección de la noticia, mesurado en el halago y prudente y parco en la publicación de temas religiosos. Un hombre impregnado del espíritu de su tiempo, un ejemplo de lo que Maravall describe como la adaptación de la sociedad a la mentalidad inmovilista del Barroco, al fatalismo del “no hay por qué levantarse en protesta por la suerte que a cada uno le haya tocado”. 

Seguimos la vida de Gómez de Blas desde la primera aparición de su nombre en el colofón de dos impresos de 1633 hasta la última vez que leemos su firma, en 1667. El total de las relaciones y gacetas que nos han llegado asciende a 311 ejemplares distintos que reunimos en un repertorio en el que aparece la descripción física, la Biblioteca en que se encuentran, signatura y una breve descripción del texto. Los títulos y la lectura de sus relaciones revelan la personalidad del personaje, siendo a la vez testimonio de la continuidad de su trabajo: 33 años publicando noticias, una labor que nos permite reconocerlo como el primer editor periodístico en la Sevilla del XVII. 

El contenido de sus relaciones es el de un riguroso informe burocrático que sin embargo deja entrever la verdad oculta: si todas las batallas se ganan, si todos los pactos son ventajosos ¿cómo explicar la miseria en que se hunde el país y la pérdida de tantos territorios? Es un modelo que practica con el formato de relación –una noticia cuatro páginas- hasta 1661. Pero en este año, cuando la firma del Tratado de los Pirineos agota la fuente informativa que fueron las guerras de España en Europa, y los despachos de la Corte se vacían de nuevas que difundir, el impresor, al igual que se hizo en Madrid y otras provincias, debe buscarse otras fuentes. A partir de ahora recurre a la publicación de Gacetas, con noticias breves y distintas en su mayoría de países lejanos -y por tanto no comprometedoras- obviando tratar las noticias locales que de ninguna manera podían ofrecerse como gloriosas. 

Las huellas de su vida son escasas, apenas unas peticiones al Cabildo para ser nombrado Impresor Mayor de la ciudad (lo consigue en 1657, cuando ya lleva 24 años dirigiendo su taller, lo que significa tanto un reconocimiento como un compromiso de lealtad a la propaganda defensiva del gobierno), la solicitud de un pago atrasado, otro que lo presenta valedor de otro impresor, más una pulcra declaración al Cabildo de las cuentas de sus alquileres, y dos peticiones de su viuda para la continuidad del cargo en su hijo. Su testamento, que descubrimos en el Archivo de Protocolos, nos resultó más interesante para la interpretación de la vida sevillana, de la que hacemos un leve esbozo en su aspecto político-administrativo, que para el conocimiento de Gómez de Blas a quien definimos en las conclusiones como persona hermética o miedosa que asume –como intuíamos en las hipótesis- la mentalidad resignada de la época. 

El acercamiento a su biografía lo hacemos desde el entendimiento de la situación de Sevilla. Una ciudad que va perdiendo el esplendor del siglo anterior, azotada por la epidemia de la peste, que diezmó su población y agotada por las levas que mandaban jóvenes a las guerras europeas, y dejaban los campos sin brazos para el cultivo. 

Incluimos un anexo en el que constan 131 obras de diverso contenido –en su mayor parte villancicos, reglas de los conventos, actas de sus capítulos, sermones o cualquier otra actividad eclesiástica (no en balde había sido también nombrado impresor del Cabildo de la Catedral)- que nos resultan testimonios claros de su fluida relación con los poderes fácticos de la ciudad, a los que somete la línea informativa que rige toda su obra. Pilar González Fandos, Sevilla (2015).

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